Una de mis grandes dificultades en la Vida es el miedo. Y principalmente el miedo a la Vida. ¡¡Precisamente!!
Y cuando digo esto me refiero a tener miedo a vivir en la Realidad, en la Vida Real así tal cual es. Soltando la fantasía, el anhelo y el empeño de querer vivir la vida que a mí me gustaría que fuera o como yo necesito que sea para estar cómoda, para calmar mis miedos y vivir en una película de Hollywood. O dejar de contarme que cuando consiga esto o lo otro entonces mi vida va a ser lo que yo quiero… y seré feliz para siempre jamás.
Es el miedo a estar viva siendo quién Soy y el miedo a no poder con la Realidad así como es… sin adornos o lazos o cortinas para tapar o disfrazar nada, o esconder o disimular. Ni máscaras donde ocultarme o esconderme en mis ropas bonitas o en mi profesión o en las vacaciones a no sé donde, o en lo que dirán o pensarán de mi.
Porque mi miedo a la Vida, es mi miedo a morir también, a morir en vida. Miedo a que la Vida me rompa de cuajo, a que me lo quite todo, a no tener nada y a no ser nadie… miedo al abandono absoluto.
Pero son miedos y ya, la Vida me quita lo falso, lo muerto… no me quita vida, me la da. No me quita quién soy, me quita mis máscaras y me pone en la realidad una y otra vez… Mira quién eres Sílvia. Y verme así como soy, con lo que me gusta y lo que no. Con lo que he negado y he querido que nunca eso estuviera en mí porque me explicaba que no podía con ello, viniera de la Oscuridad o de la Luz. Cara a cara con todo esto y dejándome romper.
La Vida me indica el camino hacia la Luz, aunque sea pasando por la Oscuridad, mi propia oscuridad y la de la existencia.
¿Por cuántas muertes he pasado para que saliera de mí lo profundamente verdadero? Creo que he muerto y renacido 5 veces.
Y como digo muchas veces y quien me conoce ya lo sabe… La Vida viene sin cesar y yo decido si me pongo de cara o de culo. Y en cada movimiento de la Vida hay una posibilidad de verme, de ver y Estar en la Realidad si me atrevo a ponerme de cara. Una oportunidad para saber quién Soy. Y dejarme atravesar por la Verdad y que muera en mí lo falso. Esto, lejos de debilitarme, me fortalece. Aunque haya salido a rastras… la fuerza entoma mi cuerpo y resurjo y renazco. Y me doy cuenta al resurgir, que me deja más disponible para mí misma, para la Vida así como es y para los demás. Libre de mí y de ataduras. Más libre y pura.
Por supuesto, otra de mis mayores dificultades ha sido vivir en mi aislamiento. Recuerdo la primera vez que leí “El lobo estepario” de Hermann Hesse… Cuando relata estar rodeado de gente, de amigos y de personas que quiere y al mismo tiempo sintiendo una profunda soledad estando ahí rodeado de ellos… ¡me sentí tan identificada! Ésa es la experiencia también para mí. Como cuando quieres juntar dos imanes por el mismo lado, se repelen. O cuando el vacío entre tú y el otro es tan grande que parece un desierto. Esta experiencia, a medida que he ido sanando heridas ha disminuido su densidad. Pero hasta que no entomé toda la oscuridad y el dolor que me había hecho a mi misma en vidas pasadas (o paralelas), no cesó. Hoy ya no está en mí… y lo que mana es plenitud y gozo de vivir… ¡¡Hoy ya sí!! Me aislaba de mí misma… sin ser consciente de ello. Porque un miedo profundo a verme y aceptarme me lo impedía. Miedo a Ser toda yo como soy…
Otra dificultad con la que he tenido que lidiar es que sentí que la puerta a irme estaba abierta. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que aunque yo sentía que quería estar en la vida y que no tenía intención de suicidarme, por otro lado sentía que irme era una de las posibilidades ante el camino… Esto lo pude cerrar y ya no estar delante de mí como posibilidad. En el trabajo terapéutico de vidas pasadas, pude tomar conciencia de que en otras vidas me había suicidado varias veces y que el recuerdo seguía vivo y se me aparecía como posibilidad. En un trabajo muy profundo que hice me vino el recuerdo de estar entre vidas sufriendo el daño tan grande que eso me había ocasionado.
La incomprensión ha sido otra dificultad, el no comprender lo que ocurría. Con esto me he peleado muchísimo. Me ha generado mucho dolor y mucha tristeza pero también mucho motor en mi búsqueda de la Verdad. Yo lo comparo con coger una hoja de cuadrículas y vivir y ver la realidad de tan solo una, sin movernos de ahí; cuando la Realidad es toda la hoja entera de cuadrículas. Y con tan solo una sola cuadrícula querer comprender lo que ocurre en toda la hoja, sea un texto, sea un dibujo… sea lo que sea que haya… Qué locura y con perdón, ¡¡¡qué estupidez!!! Así vivimos respecto a la Realidad, que además no ocupa tan solo una sola hoja de cuadrículas sino infinitas hojas cuadriculadas. Y nosotros llamamos Realidad a vivir en un cuadrito. Y pongo este ejemplo para que se entienda, pero por supuesto el Universo no son cuadritos.
Hoy comprendo que no puedo comprender la magnitud así como me gustaría, es osado por mi parte pretenderlo. Pero me deja en paz saber que mi incomprensión rompe mis propias barreras y me lleva a expandirme. Y estoy en ello que no me duela tanto… eso es mi necesidad de control sacando las orejitas, mi miedo. Salir de ahí y confiar… soltarme y confiar sin ver.
Y por último la dificultad de sentir dolor, de vivirlo y atravesarlo.
Dolor físico, emocional, existencial…Vivir con el dolor es algo que he necesitado aprender, a integrarlo como parte de mi vida y a escuchar qué me quiere decir, qué hay en mí o en mi existir que me hace daño. Porque no deja de ser un altavoz: ¡Algo no va bien! Culturalmente el dolor no se acepta… culturalmente se busca acallarlo, con la desconexión que nos conlleva, nos desconecta de nuestro camino de sanación, de abrir el corazón y sentir la compasión.
El dolor físico es el que más me ha costado porque el cuerpo es la parte más material que existe en mí, la conciencia más densa. Y también el que me ha sido menos posible de evitar. Toda evolución de conciencia por la que he pasado ha necesitado ser encarnada para anclarla en mi realidad, en mi parte más burda de mi conciencia. Y hacerla vida. He pasado por momentos de mucho miedo con estos procesos.
Del accidente de coche, llevo conmigo un dolor físico. Los huesos de mi cadera se desplazaron, entre otros daños físicos que viví. Los demás se sanaron. Mi cadera sigue desplazada y es foco de tensiones, es vulnerable a mis estados psíquicos y experiencias físicas. Aunque no me impide vivir lo que quiero, sí me recuerda mi pasado y me pide que la cuide, que me cuide. Es el recordatorio.
Por supuesto tengo muchísimas más dificultades y miedos, pero creo que están incluidos en estos que os he compartido…
Y por supuesto, me siguen pasando experiencias que me ponen nuevamente a superar de mí misma lo que es falso, situaciones que me generan miedo y dolor. Retos nuevos como el que comparto hoy aquí con vosotros. Mi conciencia sigue pidiendo crecer, porque estoy en la Vida.
Para mi la Vida es un camino de crecimiento y las grandes aventuras suceden en nuestro interior.